06 abr

Derrota Compartida – Shared Defeat

Derrota Compartida

Derrota Compartida

DERROTA COMPARTIDA ®

 

Le pasé mi brazo por atrás de sus hombros y le dije -“Charly, largalo boludo, llorá tranquilo y evitá la úlcera”-; me miró con lágrimas en los ojos y me dijo: -“no puedo, la puta madre, no doy más-”.

 

Íbamos abandonando la cancha con algunos muchachos caminando adelante y otros atrás, todos rumbo a la confitería del club.

 

No cabían muchas palabras, el silencio dejaba su espacio al dolor que carcomía filoso por dentro. ¿Cómo pudo ser?, ¿por que no pudo ser?, esa puta pelota del Poli en el travesaño, ese latigazo que la zurda no me quiso regalar, la pelota mordida del zurdo, la mano de David, la garra del arquero rival Serrano y la puta que lo parió. Se nos cruzaban diez mil imágenes por la cabeza, muchas de orgullo, otras de bronca y dolor.

Era ganarlo y ascendíamos a la “A”, pero era ganarle al último campeón la odisea, era ganarnos a nosotros mismos, lo que era más difícil aún, era jugar verdadero fútbol colectivo, creer y ejecutar; sonaba fácil para un solo partido, pero diez contra once se nos hizo difícil desde apenas quince minutos del primer tiempo. David parado de central no tuvo otra alternativa que sacarla con la mano de la línea, expulsión y penal, lo pateó el duro arquero  de ellos, el ex Platense Ismael Serrano, palo y afuera. Era volver a empezar 0 a 0!, pero con el golpe de David afuera que puteaba desde el banco demolido por su suerte, acusamos el golpe y un pedazo de cada uno de nosotros se solidarizó con él afuera de la cancha y no adentro como soñaba nuestro técnico, El Tano.

Llegábamos a tres cuartos de campo contrario y nos diluyamos, nos faltaba lastimar en el área rival. Ellos bien parados, con cuatro pases llegaban por afuera y metían peligro por arriba, para colmo, lo jugaron inteligentemente, en cada rocecito se dejaban caer, el cornudo referí compraba y tiro libre de Serrano que la ponía donde quería; en uno de los más de cuatro o cinco hasta ahí, frentazo del nueve y adentro, 0 a 1.

Nos costó un huevo, pero con garra y algunos destellos de buen fútbol, salió una jugada pulidita que con seis o siete toques de buena coordinación, metió el zurdo despacito junto al palo derecho del arquero, 1 a 1.

El Tano jugó como nunca desde el banco, nos mandaba a pelear cada pelota como la última y con dientes apretados nos fuimos al descanso 1 a 1 con un calor insoportable que encima parecía jugar para ellos.

Cuando jugás con dientes apretados, disputas cada pelota como la última, y encima tenés uno menos, de la mano de los nervios, todo dice que al final, el más frío e inteligente oxigena el alma, el corazón y te gana.

Les tocó a ellos desde el vestuario, se sabían campeones, así lo jugaron, así lo ganaron. Lo bueno fue que en la mesa de la confitería del club estábamos todos juntos; que un café con leche, que una cerveza, que un cocido y queso, un par de boludeces, y algunas sonrisas cómplice empezaron a distender.

El año que viene será querer ser campeones desde el primer partido todos, cada uno, entrenando, cuidándose, comprometiéndose, logrando un esquema organizado de juego para cada uno de los partidos.

Faltan treinta minutos para ganarlo, tiro libre, la pide el arquero de ellos nuevamente, chutazo combado, 2 a 1 y a cobrar. De ahí hasta el final les cascoteamos el rancho sin claridad y nos perdimos sin fútbol en el lamento.

Un equipo gana un campeonato propio antes que la final, gana un vestuario, un grupo, un todo, y por último, sólo por último, al contrincante, como un trámite más, como lo será el campeonato próximo para este grupo, me convenzo……, y escondo una lagrima para que todos estos boludos no se me caguen de risa.

 

Daniel Tarditti – Escobar, Marzo 10 ,2008

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